Es de madrugada, por fin logro prender un cigarrillo con un encendedor que aparentemente dió su última llama.
Hace años no escribo en este blog, pero lo que me inspira a hacerlo es el sentimiento por alguien por quien este blog ya se expresó en otras etapas de mi vida.
Nos conocimos siendo preadolescentes por un juego de internet. Fuimos noviecillos de internet. Hubo desencuentros; él desapareció completamente, sin dejar ningún rastro atrás.
Años después lo encontré en facebook y le escribí. Ese mensaje fue leido, otros años después, cuando yo llevaba viviendo un mes en la ciudad en la que él vivia hace ya un tiempo.
Nos encontramos. Fue un amor instantáneo, de novela, con todos los matices de intensidad que puedan existir. Los días pasaron y no podíamos separarnos, y así fue.
No quiero detenerme más en lo que fue la historia del amor, quiero hacer énfasis en lo que siento ahora, bastante después de haber terminado.
Me siento completamente obsesionada. A veces pienso que quizá es porque fue mi primer amor, otras pienso que es real, que jamás sentire esto de nuevo.
Verlo en imágenes y videos, escuchar canciones que lo recuerden (que son muchas), revuelve mis entrañas en lo más profundo, provocando en mi una total desesperación, como si al morir ese amor se hubiesen cortado mis alas.
Es una problemática de persona privilegiada que en este momento no tiene que pensar en conseguir o mantener un techo bajo el cual vivir o un medio para sobrevivir, pero forma parte de mi cotidianeidad.
Nuestro lugar de convivencia fue el departamento en el que sigo viviendo. Han pasado amigxs, familia, desconocidxs, y aún sigo sintiendo su rastro. Recuerdos que puedo sentir tan vívidamente, como mimos en el sillón, cafés en la cama, sexo en la ducha. No logro borrarlo. La energía de tanta gente, aún la mia, que concibo abrumadora y pesada, logra apabullarla.
Quizá es mi cerebro, infantil en fin, que elimina toda posibilidad de recuerdo negativo, y sólo trae lo dichoso, sin pensar que así sólo se logra una enorme melancolía que me quita el sueño.
Hablar con amigxs ya no es una opción cuando contaste mil y un veces tu pesar, y traés ese nombre del cual se ha conversado más de una vez, llegando siempre a la misma conclusión.
La obstinación se arrastrará conmigo ¿cuánto tiempo?
Compararé esta relación ¿con cuántos?
Te escribiré sin obtener respuesta ¿hasta que algún día contestes?
Hasta pronto.
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