No me veas, mirame.
Es que me muero cada vez que me reflejo en tus ojos, y no aguanto caer en ese cristal sin que se desmoronen mis barreras.
Hablame, y bien cerca.
Porque tu voz es ese ''no sé qué'' que me envuelve y me hace reír y llorar hasta dormirme.
Abrazame, sin reparar en tiempos ni fuerzas.
Si cada vez que siento que estás conmigo creo mucho en que no hace falta nada más que vos y yo.
Quereme, dejando los defectos al costado.
Y así finalicemos el círculo que nos haría imperfectamente perfectos, con tantos pero a la vez sin un problema.
Pero sobre todo, no me olvides nunca.
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