Translate!

jueves, 24 de abril de 2014

Nada es casualidad

Acá estoy sentada en la terraza de mi casa en Francia mientras fumo un pucho, y, prefiero escribir aca antes de hacer monólogos cuando hablo con amigos como hago malacostumbradamente.
Creo y confirmo que todo en la vida pasa por algo.
Toda mi vida, tengo que admitir, tuve las cosas muy fáciles y siempre terminaba saliéndome con la mía, sea en término bueno o a veces un poco penoso. Pero siempre hacia lo que quería mientras podía.
Principalmente el hecho de venir a Francia no fue una casualidad, siendo que yo había elegido Italia y había sido una de las primeras en enviar mi legajo. Como dije hace un rato a un amigo, creo que si no me tocó es porque de alguna manera iba a ser más fácil que venir acá.
Bah, fácil. Ningún intercambio es fácil.
Pero como decía antes, jamás hubiera imaginado en mis minúsculos 17 años de vida que iba a terminar en un lugar como Francia.
Que alguien me diga que tenía que ver yo con este país? Jamás en mi vida había estudiado el francés, y no tenía la más mínima idea de como era la gente, o la cultura, o las ideas. Capaz bastante la historia(por mi breve obsesión con la historia, quizás)
Y así me vine.
A pesar de todos los raspones puedo decir que estoy feliz de haber tenido tal experiencia y oportunidad que no muchos tienen. La palabra es ayudar.
Me ayudó a crecer. A bajar la cabeza.  A ser independiente.
A no llevarme las cosas por delante, ni creer como lo hacía antes, que siempre saldría ganando en toda situación que se me presente, y a saber que, por triste que sea, a veces las cosas injustas no las podemos cambiar.
Ya no creo que tengo a mis amigos y a mi familia sólo en Argentina.
Mis amigos, y mi familia, están aca también.
Y en Polonia, y en Estados Unidos, y en Tailandia, y en Nueva Zelanda, y en Australia, Suiza, Noruega, Canadá, y así podría seguir.
Quiero decirle gracias a todas las personas que me acompañan y que no me dejaron caer cuando estaba mal, y a la vida por dejarme continuar.
Me aburrí de escribir.
À bientôt les gars!